Según el observatorio sobre el uso de las redes sociales de las PYMES españolas, elaborado en el mes de febrero por la Fundación Banesto, el 55,3% de las pequeñas y medianas empresas españolas tiene presencia en alguna red social. Leer más
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Después de leer este artículo en PuroMarketing, nos hemos planteado los aspectos negativos que, a nuestro juicio, tiene este formato publicitario.
Existen varios tipos de display, aunque fundamentalmente los dividiremos en los que se basan en el CPM y los que se basan en el CPC.
Si es de los primeros, tendremos un anuncio en pantalla a la hora de acceder a una página en concreto que, normalmente, nos dará la opción de saltar la publicidad. Además, tienen una duración determinada y desaparecen de pantalla al cabo de unos 4 o 5″ (que cada uno los considere tan valiosos como crea). Pueden tener enlace al anunciante o no.
En los que se basan en campaña de CPC, lo prioritario es que el usuario visite la web del anunciante. Para ello, el anuncio puede permanecer fijo en pantalla hasta que hagas click en el botón de cerrar, considerando como un banner a su web el resto de la pantalla.
Son estos últimos los que más razones nos brindan para no usarlos. Estas son las 5 principales:
1. No siempre son visibles.
Dependiendo del navegador, de la configuración del antivirus o de pluggins instalados por los usuarios, es posible que el anuncio sea bloqueado.
2. Precio
Por su posición privilegiada, este formato tiene un precio superior al de otro tipo de banners, menos visible pero, quizás, más eficaces.
3. Adaptación a tabletas y móviles.
¿Has probado a cerrar un anuncio en una tableta o en un móvil? Es casi imposible acertar en el reducido espacio que dejan para ello. Y si intentas hacer zoom para no fallar… pinchas en el anuncio.
4. Los «clicks» no son todo.
Aunque tu campaña se base en el CPM y, al hilo de la razón anterior, ¿qué porcentaje de tus clicks no son intencionados? ¿Te has parado a revisar cuánto tiempo permanecen en tu web una vez que acceden?
5. Odio hacia la publicidad.
Se le está pidiendo al usuario que interactúe con el anuncio, pero con solo dos opciones: cerrarlo o visitar al anunciante. Además, la opción para cerrar es minúscula por lo que, prácticamente, se reta al usuario a que intente acertar en ese reducido espacio si no quiere ver la publicidad. Y eso es algo incomprensible, ¿qué reacción esperamos de un usuario que ha pinchado en nuestro enlace sin querer? Seguramente, su primer pensamiento sea acordarse de nuestra empresa en un sentido negativo…
Mediante 6 argumentos vamos a intentar convencerte de lo importante que es especializarte para sobrevivir a la crisis. Partiendo de la máxima de encontrar una ventaja competitiva, tendremos que especializarnos en ella para obtener mejores resultados. Estas son nuestras 6 claves para la especialización
Tú eres especial
Esta frase, que podría estar sacada del peor de los libros de autoayuda, refleja el primer problema al que nos enfrentamos: definir aquello que nos hace especiales. Esa ventaja competitiva debe ser evidente desde el primer momento, localizando aquello que nos hace únicos.
La ventaja competitiva puede abarcar ámbitos muy diferentes, como por ejemplo: ser la empresa de mayor calidad del sector, la que ofrece mejor precio, la más rápida, la que tiene el mejor producto, la de mejor atención al cliente… ¿no tienes ninguna? Créala, invéntala y aprovéchate de ella porque es imprescindible dar este primer paso.
La mente del consumidor
El cliente archivará tu empresa o marca en su memoria y tú, tienes la capacidad de elegir dónde quieres que la guarde. Si no lo haces, es posible que la catalogue en el lugar deseado, pero también que te etiquete de alguna manera que no quieres. No corras el riesgo y ayúdale.
Piensa en cómo tu mismo guardas la información de las empresas en tu mente, como le das la referencia de algún establecimiento a tus conocidos… empleamos 2 o 3 palabras que resumen sus principales características «El bar de los bocadillos», «el restaurante italiano» o, en una versión negativa «la tienda del dependiente antipático». No tenemos ni tiempo, (ni ganas) de almacenar más datos.
Pierde clientes potenciales, gana clientes finales
De poco sirve tener un público objetivo de millones de personas si sólo se llega a cientos de ellos. El objetivo de la especialización es reducir el número de personas que consideramos clientes potenciales, para aumentar los que se convierten en clientes finales.
De este modo, se consigue que los consumidores con una determinada necesidad, piensen en tu empresa antes que en las demás, antes que en aquellas que, a pesar de ofrecer tu servicio, no lo destacan como su factor diferencial.
«Si subo los precios la gente con poco nivel adquisitivo no vendrá», «Si me centro en este producto no llegaré a los que necesiten este otro…» Este tipo de razonamientos son habituales a la hora de no dar el paso hacia la especialización. No te obsesiones con satisfacer a todos, es mejor tener pocos clientes muy satisfechos que muchos contentos «a medias». Además, esos clientes suelen arrastrar a otros que ni siquiera figuraban entre tus objetivos.
Ahorra costes
Dependiendo del sector al que te dediques el ahorro se notará en mayor o menor medida. La especialización hace que elimines servicios, necesitando para ello menos materiales y menos tiempo.
Tener menos materiales quiere decir menos variedad de ello, puesto que mediante la especialización se busca aumentar las ventas, no mantener las que ya se tenían en ese sector. El ahorro proviene de la optimización de los recursos, mucho mayor cuando la tarea se centra en un solo concepto.
Especialízate en algo rentable
Tan obvio como vital. La especialización se tiene que sostener en un producto, sector… económicamente rentable. De nada servirá que te especialices en un sector en el que no puedas, por diversas razones, obtener buenos resultados.
No sería rentable, sin ir más lejos, convertir tu tienda de moda en moda infantil si estás en una población sin apenas nacimientos, o un taller mecánico en uno de reparación de yates si estás en el interior…
¿Qué hacemos con los huevos?
¿No es un riesgo poner todos los huevos en la misma cesta? El riesgo es evidente, si el negocio no funciona nos quedamos sin red de seguridad. Sin embargo, esto no tiene por qué ser así.
La especialización no significa (necesariamente) renunciar al resto de los servicios, sino en centrarse y dedicar una mayor parte de los esfuerzos. Aunque seas el dueño de un bar especializado en vinos de alta gama, tendrás una reserva de refrescos, cervezas… para los posibles clientes. De este modo se capta a un cliente al que, posteriormente, podrán ofrecerse más servicios que colmen sus necesidades.
¿Alguna vez se te ha pasado por la cabeza montar tu propia empresa? Nosotros te damos 5 razones para emprender. Cinco razones por las que creemos que deberías lanzarte y poner en marcha tu proyecto.
- Estás preparado. Si te estás planteado crear tu propio negocio seguramente seas uno de esos millones de jóvenes altamente preparados que actualmente se encuentran en situación de desempleo. ¿Crees que eres capaz de llevar tu propia empresa? Si la respuesta es negativa piensa a qué se debe, qué formación añadida necesitas o cuáles son los instrumentos de los que no dispones e intenta solucionarlo. Si es afirmativa, ¡lánzate a por ello!
- Ser tu propio jefe. ¿Has trabajado alguna vez por cuenta ajena? Si es así, sabrás que los jefes lo hacen todo mal, siempre se equivocan. Sabrás que tú lo harías mejor que ellos en cualquier situación, que de ser tuya la empresa mucho cambiarían las cosas… además tu jefe paga mal, y te obliga a hacer horas extras. ¿Has tenido alguna vez una conversación de este tipo?. Bien, es el momento de cambiarlo. Demuestra que todas esas cosas que decías entre cafés son ciertas y conviértete en un jefe ejemplar, en tu propio jefe
- Trabajarás en lo que realmente te gusta. ¿Hay algo peor que un trabajo que no motive? Quizás sí, no tener trabajo, pero emprender soluciona ambos problemas. Cuando trabajas en algo que no te gusta las horas son eternas, tu rendimiento escaso y siempre te parece que cobras de menos. En cambio, si trabajas en lo que quieres la ilusión se dispara, el despertador suena diferente y cada día es un reto nuevo. Además añade otra ventaja, mientras que tu rendimiento anterior no tenía recompensa en el sueldo, ahora sí. ¿No es esa una motivación más para trabajar?
- No tienes otra opción mejor. Esta razón es tan dura como cierta. Cuando ves que pasan los meses y las únicas ofertas de empleo que recibes tienen condiciones lamentables, es el momento de fijarte nuevos objetivos. Cuanto más desesperante sea la situación, peores condiciones tendremos que aceptar. ¿Oposiciones? Mucha gente interesada, muy pocas plazas, congelaciones en la mayoría de ellas… el entorno te está brindando la oportunidad de tu vida: crear tu propio negocio.
- Cumplir un sueño. Si eres de los que de pequeño no respondías “astronauta” cuando te preguntaban qué querías ser, seguramente estés a tiempo de cumplir tu sueño. Quizás tu trabajo ideal no exista, ha llegado el momento de inventarlo. Demuestra todo el talento que llevas dentro y que se está quedando encerrando por falta de oportunidades. Inicia tu propio proyecto, emprende.
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